Lectores

lunes, 12 de diciembre de 2011

No siempre evites, una lágrima. Tambien sanan.

A veces no se le puede prohibir la rienda suelta a esas lágrimas atrapadas en la mirada, porque de alguna manera tienen una fuerte conexión con el corazón que herido se encuentra, en mil pedazos, y que por más que intentes construirlos, se rompera más, y resultara incompatible con los demás pedazos, debido a que siempre hacen falta lágrimas saladas, que en su transcurso se vuelvan dulces, y puedan reparar aquel corazón y aclarar aquellos sentimientos que perdidos estaban entre uno de esos miles de trozos.

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