No sabía lo que en realidad dolía, no conocía que era que el dolor se impregnara en cada rincón de mi ser. Hasta ese día, en que te enamoras, cuando todo aquello que creías que iría bien, comienza a tornarse de manera distinta. Cuando la persona que amas, hiere tu corazón, es capaz de que sus palabras te destrozan el alma, y que sean las palabras más amargas que hayas escuchado jamas. Cuando te encuentras del otro lado, y eres tu la que heriste a alguien que te amaba, que eres protagonistas de las lágrimas, de miradas vacías, llenas de odio, de un corazón, de quien no quisiera ni siquiera pronunciar tu nombre. Cuando un ser amado se va, no solo de tu vida, si no también del mundo, sentir que muy lejos esta, que tal vez te tardes en hacerle compañía, porque eso implica abandonarlo todo, ya sea cuando este te proteja de donde está, o cuando su partida fue terrible, inesperada, y no se fue de la mejor manera. Para saber lo que se siente, debes vivirlo, las palabras no expresan realmente lo que uno pueda llegar a sentir. El dolor hay que vivirlo, para saber que se siente, no se puede imaginar.
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