Lectores

martes, 8 de enero de 2013

Soy egoísta por naturaleza.
Dudo que el día de mi muerte
deje de llevarme mis secretos a la tumba.
Quiero que beban de la angustias
que protagonizaron mis últimos días.
Ahora mismo siento que la rabia me consume.
Quiero ser un peso en su memoria.
Mi resentimiento no se conforma con menos.
Mi alma se encuentra agobiada.
Sin descanso, sin paz alguna.
No cabe duda que no  pueden vivir
su vida sin hacer interferencia con la mía.
Sus mentes marginales se reflejan en mi poco agape.
Con ganas o sin ganas subo la empinada montaña
llevando a cuesta mis desesperanzas.
No me dan tiempo de excusarme.
Me quedo sin aliento y en poco tiempo
ejecuto ordenes que salen de otras bocas.
Mis pensamientos se encuentran encarcelados
entre aquel murmullo interminable
del mundo donde reina la oscuridad.
No soy de este mundo
pero simulo entenderlos.
No soy más que una huérfana
que no anida ninguna esperanza
dentro de su costalito grisáceo.
Este mundo carece de terreno fértil
en el cual mis ilusiones tal cual raíces
pudiesen resurgir de la profundidad.
Quiero escapar, pero por un momento
recuerdo que no hay salida.
Mi resignación me lleva a desear la muerte.
Esa que permanece lejana cuando la anhelas, y cercana cuando te aterra la idea de partir para siempre de aquí  de este mundo inmundo y en el que pocas veces vive lo que merecía.





2 comentarios:

  1. Creo que todos podemos cambiar, no hay que ser egoístas, un beso.

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    Respuestas
    1. La rabia me hace pensar así. Son escritos que no hay que dejarlos por sentados. Todos en el fondo, somos algo negativos. Pero eso fluye de inmediato. A veces en grande el coraje, que uno se quiere morir, etc. Un beso.

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