Viviendo por amarte, y es por lo que me juzga mi suerte.

La soledad y yo nos fundimos en una sola. Tu voz apagada, parece estar cada vez más lejos mientras susurra mi nombre.
Atada a mis sentimientos que  han rehusado a seguir esperando tu amor, no logro hallar tu voz más cerca, sino cada vez más allá del silencio. La sal se ha disuelto en mi mirada. Mis ojos perdieron su brillo. Contigo se fue toda la luz que ellos podían deslumbrar.
La esperanza que anide en mi corazón junto a mi amor por ti, no se salvo de morir en el intento de persistir. Se termino extinguiendo junto a  los sueños, que contenían mi esencia en cada una de sus letras.
El tiempo debe estar riendo. En fin no tengo más opción, sino que depender de el.
Deseo que la lluvia me consuele, que no me invite a ahogarme en tu ausencia. Que traiga en su caer, el poder de curarme de tantas lágrimas saladas ,que reprimidas han quedado atrapadas en mi.
Sufro el dolor que no sentirás, porque al decidir amarte acepte correr con todos los estragos.
Mi corazón está apagado. No estoy muerta, pero en la parte donde trabaja con amores, la declare en mantenimiento.
Quisiera así como al arrojar rocas al mar, también tirar los sueños, los muchos recuerdos de momentos que no vivimos, pero que imagine a tu lado.
Si tan solo antes me viese precabida, al plantar mis semillas de amor, que terminaron por hacerse enormes, y que me obligaran a alzar la vista para ver su grandeza. Ese amor llego al cielo. Hoy desciende sobre mi, para que lo sepa revertir a mi alrededor, para olvidar dárselo a alguien que no lo sabrá valorar.
No quiero morirme entre culpas, por el adorable hecho de quererte. A fin de cuenta, el destino tuvo parte aquí.
Pronto renacerán lágrimas dulces, que me recorrerán y me limpiaran de todo rastro de dolor.