Lectores

sábado, 29 de diciembre de 2012

Despedidas.

Un millar de tristezas. Una tras de otra. La vida no se detiene, sino que sigue con paso firme. En un segundo pasan innumerables situaciones. Se ven finalizadas las vidas, se ven marcadas otras que quedan aun de pie ante la lucha.
Cada adiós que nos pronuncian desde el cielo lo lamentamos más. El corazón se desgarra. Quedamos sin fuerza, sin aliento, sin ese brillo en los ojos. Decae la esperanza.
Vamos deprisa, sin poder siquiera respirar. Vamos como a quien se le agota la vida. Vamos con la esperanza a costa.
Pensando en que tenemos un pie en la tierra, y otro en la tumba. Todo es incierto. Nuestra vida se apaga. Ya sin morir, estamos sin vida.
Tenemos miedo. Queremos ser eternos. No queremos irnos sin finalizarlo todo con broche de oro.
Tenemos perder a quienes quedan. Estamos perdiendo quienes queremos, y nos aterra terminar perdiendo lo que amamos.
La muerte no avisa. Viene sin aviso. Luciendo justa o injusta. Nunca faltan las lagrimas, lamentos.
Quedan los recuerdos, los momentos intactos, las palabras dulces, y porque no unas cuantas amargas?.
Transcurre una película vivida con esa persona. Varios fotogramas unidos que forman toda la historia. Mientras más nos hayamos involucrado, más nos duele.
Ausencia de vida. Millones de historias. Sonrisas, tristezas, sueños. Tanto que falto, tanto que se vivió.
El corazón va quedando con un huequito más. Queda mantener viva a esa persona siempre en nuestro corazón.


1 comentario:

  1. La ausencia eterna de los seres queridos es dolorosa, no se mueren hasta que no se olvidan
    Abrazo

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