Lectores

martes, 16 de agosto de 2011

No corro con suerte.

No conozco el amor duradero ni verdadero. Me he conformado por creer en imitaciones baratas de amores, que aun así resultan caros, porque casí me dejan sin corazón.
Siempre fuí la que plante promesas a mi misma, que jamás terminaron siendo preservadas y cumplidas.
Mantengo mi anheloso esperar, que implora algo que no haya vivido. He llorado hasta la última lagrima posible despúes de cada desepción. Deje una noche de soñar, porque lo único que escuchaba en mi mente, era el nombre de aquel que sin piedad me rechazo. De ese nombre, que no es es desconocido, pero tampoco lo asimilo como un amor.
Disculpas, hoy llueven y revolotean como hojas secas de otoño. Lo que no he aprendido con desamor, que se disfraza de amor, lo aprendo con otro.


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